Hoy me gustaría compartir con vosotros un descubrimiento un tanto peculiar… Ya se sabe que lo retro siempre está de moda. Cada temporada nos encontramos con tendencias que regresan del pasado para llenar los escaparates de las tiendas de moda, y también nuestros estómagos. Si hace unas semanas echábamos la vista atrás para presentar un recetario basado en la gastronomía del romanticismo, hoy vamos a llegar mucho más lejos.
En los años 70, el gastoenterólogo francés Walter L. Voegtlin sacó a la luz una “nueva” cocina basada solamente en los alimentos naturales que fueron consumidos por los humanos del período Paleolítico, y que ha perdurado en el tiempo (¡y tanto!). La también conocida dieta del hombre de las cavernas, es un régimen nutricional centrado en el uso de los alimentos disponibles en esa época y se compone principalmente de carne, pescado, frutas, verduras, frutos secos y raíces, así mismo excluye granos, legumbres, productos lácteos,sal, azúcares refinados y aceites procesados.
Los defensores de este régimen argumentan que la mayoría de las dietas son modas que carecen de base científica, son poco saludables, demasiado complejas o imposible de llevar a cabo durante un período de tiempo prolongado. La dieta de la edad de piedra, por el contrario, se basa en la calidad de los alimentos para conseguir el peso adecuado, una salud óptima o un mejor estado de forma.
Las recetas paleolíticas son recetas “gourmets” sencillas y rápidas con ingredientes fáciles poco exóticos. Además, huye de los hidrátos de carbono, de los cereales y, por supuesto, el gluten y los potenciadores de sabor (no existían en la época).
Felix, autor de varios libros de recetas paleolíticas, afirma que descubrió esta cocina hace algunos años cuando decidió adelgar de forma saludable y segura. La dieta del cabernícola le convenció por su simplicidad. Asegura que en sólo 9 meses perdió 20 kilos, mejoró su condición física, así como su sistema inmunitario.
Mi objetivo no es publicitar esta dieta, sino a nivel gourmet, probar algunas recetas “originales”. Uno de los platos que más me convenció fue la pechuca de pollo “empanada” en copos de coco (los homo erectus y compañía no conocían la harina ni el pan rallado) con brocoli.
Otras recetas paleolíticas son la pechuga de pollo a la plancha con “pisto”, filete de reno con salteado de setas, tortilla francesa con queso y trozos de manzana, salmón al horno con col rizada… Como podéis ver, sí que parecen platos bastante simples (al fin y al cabo no había mucha variedad y medios en aquellos tiempos) y saludable (bajo en grasas). ¡Va a ser verdad lo de que sabe más el diablo por viejo que por diablo!
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I don’t understand a lot of what you are writing but thanks for the proper link!